El texto corresponde al capítulo número cuatro del libro “En qué mundo vivimos. Conversaciones con Manuel Castells” de Mayte Pascual. Nos encontramos con un compendio llevado a cabo por la periodista Mayte Pascual, sobre la obra de Manuel Castells. En el libro, la periodista lanza varias cuestiones al famoso sociólogo, entablando una serie de conversaciones que se agrupan temáticamente, atendiendo a los grandes temas que ocupan su extensa obra.
Antes de comentar el texto, es necesario situar al autor. Manuel Castells es originario de Hellín, Albacete. Nació en la España de la posguerra en 1942 y en la actualidad es uno de los sociólogos más importantes del mundo. Es profesor en la Universidad de California en Berkeley, así como director del Internet Interdisciplinary Institute en la Universidad Abierta de Cataluña.
El capitulo comienza con una dura crítica al sistema capitalista y a la desigualdad existente en el globo terrestre, fruto del proceso globalizatorio. La globalización posee, a la vez, un carácter excluyente e incluyente. Miles de personas que se hallaban sumidas en la pobreza han sido capaces de incorporarse al capitalismo global y mejorar su nivel de vida pero a su vez, millones de personas han quedado mucho más marginadas y están abocadas a la pobreza. Es decir, estas personas no tienen cabida en la lógica de este capitalismo salvaje.
Como paradigma de la desigualdad, la marginalidad y la pobreza, el autor nos habla de un cuarto mundo: África. Este continente es la región más apartada y endeudada de todas y a día de hoy sus cifras de subdesarrollo son mayores que en décadas pasadas. Castells trata de identificar el porqué de este problema y hablará de tres factores: el colonialismo (inventó países que no existieron, instaló a grupos corruptos en el poder en beneficio de la metrópoli, etc.), la explotación de sus recursos naturales y las dictaduras que se sucedieron en el continente. Pese a toda la pobreza registrada, en las capitales africanas, existe una minoría con un enorme poder social y económico que domina a la mayoría de la población. Es de esta elite de donde el autor extrae el término del “estado predatorio”. Este estado es la forma del estado-nación de varios países del continente africano. Castells lo definirá como “el estado que vive de la explotación sin límite de su propio pueblo, incluyendo la venta de su miseria a los donantes internacionales”. Como consecuencia de ello, surgen conflictos étnicos; para mantenerse en el poder, el estado predatorio se apoya en los grupos étnicos lo que genera una dinámica de odio étnico entre tribus. Por lo tanto, reconstruir las sociedades africanas no es posible a partir de sus propios recursos, sino que necesita inversión, conocimiento y tecnología.
En una segunda parte del texto, el autor hace un viaje desde el continente más atrasado del mundo a la principal potencia económica y tecnológica mundial, EE.UU. Desde un punto de vista crítico nos hablará de la pobreza y la desigualdad existente en un país que se tiene como referente, dado su alto nivel de desarrollo. La situación estadounidense puede resumirse en: las condiciones salariales y la estabilidad de empleo se ha deteriorado y el alto coste de seguro médico y el desgaste de la educación pública han llevado a 46 millones de personas a la pobreza. Así existen, desde hace décadas, zonas marginales en el centro de las ciudades, los famosos guetos. Estas son zonas de exclusión, pobreza y violencia en donde se observan las grandes desigualdades existentes en el país. Justamente en esos lugares, han proliferado desde la década de los ochenta las bandas callejeras. Pero la cuestión no se queda ahí, con la globalización y la ampliación de fronteras, estas bandas callejeras se han expandido por todo Norteamérica y parte de Europa. La causa del asentamiento de pandillas se debe a una crisis de valores que hacen que los jóvenes no tengan expectativas de futuro. Esta falta de valores, solamente puede ser llenada por el consumismo o el individualismo gregario, que a su vez conlleva a una mayor violencia.
Pero no sólo es para estos jóvenes para los que no existe futuro. Hay millones de niños gozarán de él, simplemente porque se lo niegan. Casos de este tipo son el trabajo infantil, la explotación sexual infantil a través del turismo de pederastas o los niños soldado, todo ello como consecuencia directa o indirecta de la globalización capitalista. Esto se debe a la principal característica del sistema, un sistema que todo lo convierte en mercancía. Castells dirá que existe una solución para acabar con estos problemas, pero los gobiernos u organismos no actúan o en caso de actuar lo hacen de forma pasiva. Esta solución pasa por arreglar los problemas políticos e institucionales antes que los económicos o tecnológicos (corrupción, gasto militar, recaudación de impuestos, gastos públicos no superfluos, etc.).
El autor nos hablará de una economía criminal global, con grandes redes de delincuentes, de armas, personas, órganos o drogas. Un problema relacionado directamente con esta economía criminal global es el de las mafias. Éstas se expanden por el mundo y llegan a controlar lugares que están fuera de alcance de gobiernos y policía. Diversos casos de estos se dan en Latinoamérica: México, Colombia, Brasil, etc.
Castells concluirá hablándonos de la gran influencia que tiene el crimen organizado global en el mundo. Nos hemos llegado a familiarizar con este mundo de mafias globales. El imaginario colectivo, generalmente el masculino, hace que los individuos creen grupos para cobijarse de la hostilidad del sistema. Y que como respuesta a la violencia de ese sistema actúen con una mayor capacidad de violencia.